Kenneth Carpio- Sociólogo
Federico Ruiz-. Politólogo
Cenando el pasado jueves 17 de febrero en un local en las inmediaciones de la Universidad de Costa Rica, nos pudimos percatar con indignación que las personas que nos rodeaban en aquel lugar se regocijaban con risas estentóreas, motivadas por el “circo romano” que organizó para esa noche el noticiero de Repretel, en una supuesta defensa de la investigación periodística.
El periodista Jerry Alfaro encontró una noticia en el asedio casi inquisidor de aquellos que han tenido la desdicha de padecer la indigencia. Con su “investigación”, el reportero pretende la pseudo denuncia contra quienes recurren al engaño de fingir taras, para apelar a la lástima y lograr el sustento, o por lo menos la manera de poder alimentar sus vicios.
La noticia, para nuestro asombro, nos mostró como la sociedad castiga doblemente la pobreza, en un primer momento cuando vivimos en un sistema que condena a algunos a vivir en la exclusión; y segundo cuando los ponemos en pantalla para que hagamos mofa de sus tristes mecanismos de sobrevivencia.
Así bien nos preguntamos: ¿por qué en lugar de hacer una noticia sobre tan triste mecanismo de subsistencia, no se hace una nota del por qué en nuestro país hay quienes se ven en la necesidad de incurrir en tales acciones? Y es que el problema no se reduce a gustos periodísticos; lo aterrador es que con esos reportajes se enseña a desconfiar de los pobres, a burlarnos de su condición, a defendernos del que proviene de las clases bajas, y en suma, a perder la solidaridad social. Con sus mentiras los indigentes más que engañarnos, tratan con angustia de alcanzar las migajas de un pastel de riqueza del cual no participan.
La prensa tiene una responsabilidad educativa con la sociedad, pero con acciones de este tipo más bien limitan el tejido social. La pobreza es una patología y un círculo vicioso de exclusión del cual todos en alguna medida participamos.
El Premio Nóbel del Economía Amartya Sen nos señala en uno de sus artículos que “la pobreza es definida como problema por aquellos que no la padecen directamente”, acertada observación que hace pensar en que si al pobre lo definimos socialmente como bufón y engañador, nos encontramos lejos de diseñar políticas de integración y superación de tal padecimiento; siendo por el contrario que nos hallamos más cerca de acciones defensivas y excluyentes incapaces de generar un desarrollo solidario.
Lo humillaron y se lo dieron a los leones. Pero tengamos mucho cuidado, pues entre los leones y los que están condenados a la exclusión la única diferencia es que algunos por gracia o accidente tuvieron oportunidades y otros no.
Por encima de la indiferencia promovida por ciertos medios, relancemos a nuestra patria por la senda del progreso para que como dijera recientemente don Oscar Arias, llegar así a nuestro bicentenario de vida independiente, con una Costa Rica donde la pobreza sea tan solo un triste recuerdo del pasado.
Fritzium CR
